lunes, 3 de octubre de 2016

                                                                     La Barranca de la Muerte.
Orlando Álvarez Crespo.


                                                            En el marco del centenario del Torrellas.




En el ya centenario barrio Torrellas hay al menos dos elementos a  los cuales erróneamente se la han atribuido  aspectos negativos. Uno es el cognomento de Zona Roja que el Morocho malo de Dora cree se debe a la delincuencia cuando en realidad se debe a la alta votación obtenida por el PCV en los primeros procesos electorales del país. La otra es el nombre “pavoso” de la esquina de los Perozo/Gatica, La Barranca de la Muerte a la cual la burocracia chavista municipal intentó hace poco renombrarla como La Barranca de la Vida; cosa por lo demás ridícula por que los vecinos de allí estamos  de ser barranqueros… Hasta un club social y deportivo tienen.   Desde luego ese nombrecito es bastante elocuente y es de temer. No puede haber alguna toponimia más pavosa y ahuyentadora que esta.  Pareciera que los muertos allí han caído por docenas, pero ahí no han matado a nadie a pesar de  vivir allí varios “matadores”…

Cierta versión afirma que el nombre de La Barranca de la Muerte deriva del hecho de que allí, antes del asfaltado, (gracias a Morillo Gómez enfatiza Rosa Crespo) las aguas de lluvias erosionaban el terreno circundante de la casa/bar que edificó Manuel Felipe Álvarez, Manolipe. Al llover  la casa parecía elevarse como una barranca, por lo demás peligrosa para los caballeros que salían borrachos del bar que allí funcionó. Todavía puede a preciarse lo alto de la acera que protege a la casa de Marlen Gatica.

 Otra versión, a la cual le damos más crédito, tiene que ver con la influencia del séptimo arte, sobre los torrelleros y sostiene que el nombre de la Barranca de La Muerte se debe a una película western, mexicana, del mismo nombre,  proyectada en el cine Salamanca en junio de 1956.

La Barranca de la Muerte, dirigida por el español Jaime Salvador Valls (1901 - 1976),  es una película mexicana, western, de 1955 con la actuación de  Antonio Aguilar, Sara Montes, Agustín Isunza, Arturo Soto Rangel, Guillermina Tellez Girón, entre otras estrellas de la  época de oro del cine mexicano. En ella se presenta la odisea de Mauricio Rosales (El Rayo Justiciero), interpretado en esta y nueve películas más por Antonio Aguilar, en su objetivo de capturar a un bandido peligroso. El Tigre,  debido a los crímenes que ha cometido en contra de la población.

La Barranca de la muerte forma de la saga de un personaje del cine mexicano creado en 1954, “Mauricio Rosales”,  para el actor y cantante Antonio Aguilar donde siempre tiene una injusticia que reparar o hacer pagar. Otros film de la saga son “El Rayo Vengador” (1954), "Juan Sin Miedo" (1960), los filmes de Charles Bronson (como Vengador anónimo) y de Clint Eastwood y “Gladiador” (1990),  involucran la imagen de vengadores violentos, pistoleros o luchadores que usan la  fuerza, o justicieros (como Robín Hood, de 1922)  a veces al margen de la ley, para imponer lo que creen justo; o el drama de rebeldía juvenil como Las Fresas de la Amargura. En Carora La Barranca de la muerte causó un gran impacto tanto así todavía la recuerdan los más  antiguos. El Presidente Chávez la comentó con mucho entusiasmo en un Aló  Presidente en 2011 tal por la canción que cantaba Rosales: "Me juego la vida, para hacer justicia / Así vivo siempre / Por pueblos y valles sin paz, ni reposo / Pues nunca permito que al pobre lo humille el más poderoso"."Ese personaje fue un luchador popular" redondió Chávez en 2011.

Mauricio Rosales es un personaje del cine mexicano creado en 1954 para el actor y cantante Antonio Aguilar. El primero de ellos fue El Rayo Justiciero (1954). En la siguiente película, La Barranca de la Muerte, Rosales actúa contra El Tigre, un peligroso bandolero quien aterroriza a los vecinos de la región. Posteriormente, luego de matarlo, descubre que el forajido era su hermano gemelo. Las aventuras del justiciero vengador en favor de los desvalidos, continuarían en otros ocho filmes.

           “La Barranca de la Muerte” habría causado un  gran impacto en los caroreños. Una cierta noche, a eso de las 9 y 27 minutos de noche, cuando los jóvenes de entonces: Edecio Mendoza, La Meca Ramos, Martín García, Chelindo Oropeza, Félix El Topeche y Beto Oropeza, entre otros, regresaban a sus respectivas casas; a la altura de la casa de Sixto Crespo, observan una tremenda coñazón en el bar que entonces regenciaba Luis Crespo. Era una pelea colectiva ente la cual se encontraba El Chirre, al ver aquella escena Norbeto Oropeza, que aún tenía las angustiantes imágenes de la película que acaban de  ver, exclamó algo así como “esa vaina parece la Barranca de la Muerte…”… y desde entonces se ha llamado con tan curioso nombre a esa esquina emblemática del Barrio Torrellas.  Estamos aquí en presencia de los efectos de los medios de comunicación sobre todo el planeta. Una esquina de una apartada ciudad del país  lleva un nombre extraído de una película filmada en los agrestes parajes mexicanos. Y esa es una característica del centenario Barrio Torrellas, el primer barrio moderno de la ciudad: la permeabilidad cultural o el hibridaje cultural que se expresa en su urbanismo, en la cultura sincretica, en la vestimenta y hasta en los deportes. Una placa en cerámica nos donará Bruno Crespo para colocarla allí para que no quede duda de que el nombre de pila de esa esquina es La Barranca de la Muerte tal como fue bautizada en 1956.