lunes, 26 de septiembre de 2016

              Un ángel de la cocina, Mercedes Romero de Sisirucá.

Julio Querales. Memorias. El Caroreño. 12 de junio de 2011. Pag 18.

    A Mercedes Romero, Ángel de la Cocina Criolla de inspiración local, con platos que incluyen productos autóctonos de Carora que por su naturaleza está unida inseparablemente al arte culinario.

 Desde niña, en su casa paterna, aprendió todos los secretos ancestrales de la cocina. Práctica común entre los descendientes de familias de bien, su protectora y maestra fije Doña Ramona Suárez de Barrios Segovia, guardián de los secretos de la cocina de la familia pertenecientes a sus antepasados. Le enseñó el secreto del amasado de los panes dulces de Tunja, catalinas, amasijos; lecciones de los oficios del hogar que sólo se aprender si la prueba le exige al máximo; lecciones que nunca se olvidan de lodo lo hecho a mano, de esa gran escuela de la misma prosapia surgieron Rosario ‘Chayo Barrios’ y Alberto ‘Beto” Pérez Barrios, do los más granados y auténticos preceptores da la alta cocina que perfeccionaron con gran maestra el arte culinario carorero en nuestra era moderna.

    Mercedes Romero, con su enérgico espíritu campechano, inventó dentro de su variado repertorio de comidas, el genuino sentir de los sabores, logró el punto indicado, con magistral precisión el toque mágico de los sabores, coloras y olores que caracterizaron su . exquisito menú: Sopas, hervidos, mondongos, carnes fritas, carne mechada, chicharrones de pulpa adobados, chicharrones trancos de cerdo, longanizas, pimpinelas, hallacas, tungos, asadura de chivo, olleta de gallo, caraotas refritas, puré de caraotas negras, asado negro y demás delicias al homo, dulces criollos, encurtidos, vinagreros, sueros picantes, biscuyes, sus/es quesos de cabra, de mano, crinejas, lodos una delicia de la auténtica cocina casera de Doña Mercedes Romero, que supo combinar sus saberes para lograr sabores de aromas irresistibles que caracterizaron nuestra gastronomía, donde todos nos rendíamos ante su gran maestría en el fogón, en el suave y delicado sabor, gustoso, jugoso y agradable al paladar, único de su lomo prensado, además, de su exquisito pabellón sazonado con biscuye, huevos criollos revueltos con tomates, cebollas y cilantro, degustados con arepitas, crema, suero, queso rallado, aguates, ensaladas, arroz aliñado, dulces de lechosa y toda suerte de plalicos que le gusta de sobremanera al caroreño, y disfrutar ele placer cuando lo recibimos en la mesa, junto a un cafecito o al aperitivo medicinal indicado para el alma y el cuerpo, el cocuy 56, especie en extinción.
A finales de los años treinta contrae nupcias con Ada- lis Sisirucá y recibe la herencia y demás dotes, de la familia materna y paterna, como regalo de bodas recibe uña granja con su casa de campo, con una gran ex tensión de terreno; sembrada de grandes árboles frutales, corrales de ganado, chivos y gallinas, estancia campestre, situada en Las Palmitas, a pocos kilómetros de Carora, muy cerca de la antigua vía que utilizaron nuestros antepasados para trasladarse a sus haciendas y que otros utilizaron para buscar mejores realidades de trabajos por los campos petroleros. Con el correr de los años, siendo Mercedes Romero una mujer de gran perspicacidad y experta en la cocina, decide instalar en su granja campestre su propio negocio y así nace el Restaurant Las Palmitas. Con la inauguración de la carretera Lara — Zulia, el Restaurant ‘Las Palmitas’ de Doña Mercedes Romero de Sisirucá se convirtió en una encrucijada de caminos, por donde uno podía entrarle por los lados de los apetitosos platós y sus ingredientes que exquitos preparaba Mercedes para los viajeros. También se le entrar por las invitaciones
a comer allí, por los lados de los hacia dónde íbamos; por los lados de los lugares hacia
veníamos y por los lados de las tertulias y anécdotas de Ia buena mesa, territorio super
poblado en esta geografía caroreña, Mercedes Romero hizo de Las Palmotas la cuna del
Lomo presando; un pedazo .de pulpa del lomo del cerdo, que en verdad se trala de un delicado plato que lleva una preparación harto laboriosa, menguado fruto, para degustarlo en ocasiones es ya que es una delicia al paladar. La cocina de Mercedes Romero, en su Restaurant Las Palmitas es cultura, y la cultura caroreña es perfectamente comestible y bebestible y no se parece a otra. Los personajes más famosos de Venezuela tuvieron privilegio de conocer dicha cultura, de haberlas comido y bebido, es decir, haberlas vivido.

Indirectamente le dieron fama y prestigio a la gastronomía local por todo el país, donde erróneamente catalogaron a Adelis Sisirucá como el creador de esos platos, pues, Don
Adelis nunca fue cocinero, solamente fue el relacionista público y copropietario del restaurant. El legado de la comida criolla lo fortaleció y lo consolido por más de cinco décadas, Mercedes Romero, dueña y señora que amé con desaforado amor su oficio, su arte de la cocina.

     Inocencia de las Mercedes Romero del Romeral, como la llamaba su primo hermano Arturo Querales, al pernotar en la vieja estancia, rumbo a Los Caños de cacería o de pesca, nació en Carora el 28 de Diciembre de 1916. Hija de Rosa Ana Romero Oropeza y Alberto Barrios Segovia. Desde las pátinas de la historia seguirá siendo siempre orgullo y ejemplo entre los grandes valores femeninos de esta tierra, llena de glorias imperecederas, Mercedes Romero, murió el 10 de Julio de 2000, a los 83 años de edad, muerte enlutó el corazón de un pueblo.

 Mercedes Romero fue una gran mujer, realmente inolvidable para quienes tuvimos la dicha de estar tan cerca de su afecto y de su vida ejemplar Ahí, donde todo lo humano se da y todo se pierde; en la viña del señor, donde las ilusiones nacen y con el devenir de la pleamal mueren.

  Le rendimos tributo a una gran mujer que no buscó fama, honores ni dinero, sólo la motivación, el deseo de servir humildemente a la pobre humanidad doliente, por ello, Dios la bendijo al colocarla al frente de la «Cocina de los Ángeles, en la cima del cielo.








Chayo Barrios y sus ochenta años, en tributo y homenaje.

                                                                                                                                       Alejandro Barrios Piña.

    En esta mañana nos convoca el encuentro, el fraterno saludo de familiares y amigos, quienes nos hemos concentrado alrededor de una persona que es un símbolo para la familia Barrios así como también para todo el Barrio Torrellas, me refiero a la dualidad de tía y madre al mismo tiempo, Francisca del Rosario Barrios Suárez, para todos Chayo Barrios, quien guarda en su cabeza entre canas-toda la historia de la familia, el inmenso sentimiento de cariño para todos sus sobrinos y todos los secretos de la más pura gastronomía criolla caroreña.

Sus manos han tejido con bella manufactura las ollas y platos de la sensacional Y apetecible comida, sus toques originales de aderezo han vestido con suma originalidad, as sopas, las ensaladas, las carnes, las tortas y hasta el colonial potaje de la resbaladera. Pero, en el fondo como es la conducta de los viejos maestros, ella es humilde, algunos de sus platos como las hallacas, por ejemplo, han salido a otras latitudes, han surcado las fronteras patrias.

   Chayo siempre es permanentemente alegre, algunas veces su alegría se la han fracturado, las pocas enfermedades sufridas, la partida física de un familiar o un amigo. Es entusiasta, festiva, su corazón, muy bueno por cierto, es igual a su casa de ventanas. y puertas abiertas para el noble y bello sentimiento de la amistad, el compartir, la solidaridad y su mejor virtud, su entrega total.

Como entusiasta torrellera es una fanática pasional del equipo Torrellas B.B.C., lleva en su sangre las emociones de tristeza y alegría, de la leña verde y el color verde de u equipo, la ví muchas veces cuando el equipo perdía que salía a la calle con el más fuerte coraje a enfrentarse a los gritos y las bromas que le proporcionaban cuando ganaba el Liceo B.B.C, Eduardo Chávez y Alonso Zubillaga, pero ella siempre salía a enfrentarlos. Pero cuando ganaba el Torrellas demostraba toda a fuerza de su alegría y la casa era una fiesta. También es fanática del equipo Magallanes. Otros recuerdo de mi infancia es que ella permitía y lo practicaba, por poco tiempo el juego de carnaval con agua.

  Chayo es fuerte y muy versátil. Nunca en ella se ve la más mínima demostración de cansancio, recuerdo los pocos días lluviosos que tenemos en Carora que ella a excepción  de la primera- caída de lluvia se bañaba en el corredor de la casa en todos los inviernos aunque fuera de madrugada, la acompañaba mi hermano Orlando El Papa en todas esta travesuras.
    Como estamos en este ambiente, en este templo de Dios, ella ha visto desfilar bellos y tristes recuerdos, ángeles de alegría, ángeles del dolor, pero así es la vida, mi querida Chayo. Pero tu otra pasión la encierran estas paredes de esta iglesia - que está sembrada - sobre las ruinas de un manicomio. La Virgen de Coromoto tu compañera y celosa protectora de ayer y de siempre, y en tributo a ella has hecho - de manera consuetudinaria con tus hermanas coromotanas las peregrinaciones desde- los años cincuenta, En estas mujeres veo siempre el hermoso testimonio de la fuerza, tenacidad por la unión, la cual siempre ha demostrado a lo largo de su-historia la mujer caroreña.
Chayo, mi madrina, dos formas de llamarte de ese nutrido grupo de sobrinos y ahijados que pasan del centenar y medio para pedirte la bendición y ofrendarte el más puro respeto y el cariño que se prodiga a in ser querido.

   Dos columnas mudadas desde El Calvario, el barrio más antiguo de Carora, montaron tu hogar. Chayo, Nicolás Barrios y Hercilia Suárez nuestros abuelos nos tornearon a todos, nuestros de donde provenimos, todos tributarios de la tierra a excepción de Chayo. Ramona, Juana, Lucina, Elena, María, Ignacio, Alejandro, José y Rosario) la última de la generación de esa familia fundadora del Barrio a quienes sacó el Río. Morere del Calvario en 1916, pues desde Ignacio hasta Chayo todos tienen sus ombligos y llantos infantiles guardados en el viejo cuarto doblado de bahareque que hoy sirve de tu aposento. 

   En esa casa de la calle Monagas, la primen según el escritor Víctor Julio Ávila construida con barro y madera humedecida, en estos cardonales y cuando tu naciste, 8 años después de la inundación, ya la madera y el barro se habían templado como es tu vida, allí creció una inmensa familia. “La Otra Casa”, para algunos de tus sobrinos, a que “las Barrios” para la mayoría, es la copia austera y humilde de las viejas casas andaluzas con las características de tres patios: el patio del olor con las flores, las matas  de albahaca,. hierbabuena, el níspero que ambientan el sentido del olfato, el patio del sabor donde surge la buena y gustosa comida, el área protagonista de esa vieja casa, ya que es el recibo, es el sitio de la tertulia, la buena conversa, que la concluye la sopa, el mondongo y un plato de comida. Es el lugar donde se percibe el calor humano, el encuentro, la fraternidad. Y también la temperatura de la cocina a decir con esas salidas ocurrentes y humorísticas de Rata Acosta “la cocina de que las Barrios la encienden a las cinco de la mañana y la apagan de madrugada” Y el patio del hedor el lugar dispuesto para el viejo y desaparecido sanitario, las gallinas, los chivos y el caballo de Don Nicolás.

  Chayo aquí estamos todos, en esta acción de gracias, tributándole a Dios esta emoción y hay muchos, que desde el cielo nos están acompañando, todos reunidos celebrando con la-vida este momento tan feliz, tus ochenta años, es la fiesta familiar y el reencuentro, donde tributamos con nuestra presencia y el abrazo, la más querida y pura emoción que sentimos por un ser tan querido, mi amada tía y madre, Chayo. Que el Señor y la Virgen de Coromoto derrame abundantes bendiciones sobre ti y te de mucha salud.

Carora, sábado, 13 de marzo de 2004.



miércoles, 14 de septiembre de 2016

Los Espantos de Carora

Los Pergaminos de Melquiades
Los Espantos de Carora.
Orlando Álvarez Crespo.
          



  Carora, como toda ciudad católica regida moralmente por los principios del siglo XIII, desde sus orígenes mismos, sufrió los embates de los espantos, ánimas penitentes, seretones y toda una serie de entelequias paranormales.  Desde los años fundacionales se tienen noticias de la aparición del mismo Diablo a un sacristán llamado Pedro de Hungría quien sería el primero en ser asustado por el Diablo de Carora. Muchos espantos debieron ver o percibir las hermanas Juanita e Inés de Hinojosa, adúlteras y asesinas;  Don Pedro de Aviles, vicioso y traficante; Juana Torralba, cocinera, marañona y bruja; y el mismo Salamanca, genocida (Chávez dixit) y mentiroso.
             Gran furor debió causar en toda la pequeña y beata ciudad lo acontecido la mañana del 13 de mayo de 1781, cuando Don Luis Francisco Álvarez y Oviedo, Justicia Mayor de la ciudad, presenció que siete monjes velaban el cadáver de un hombre en la Iglesia Mayor. Al afinar la visión Álvarez y Oviedo, pudo constatar que el muerto era el mismo.  Después de dar a conocer la “noticia” a sus allegados, se confesó como prescribe la Santa Iglesia en estos casos, e hizo  lo que le recomendó el superior del Convento de Santa Lucia. Al día siguiente ya a las diez de la mañana, Don Luis estaba muerto. Después de ello siguió una sobredosis de rezos y penitencias. Alvares y Oviedo vivía a la sazón en la casa de balcón de la calle Comercio esquina de la Carabobo. Esta casa se ha conocido con los nombres de casa de Los Adivinos y Casa del Agachao.   Hermán Pernalete Madrid que es muy sensible a los fenómenos paranormales fue espantado más de una vez  cuando recién casado le tocó vivir allí.
     Muy próximo a la casa de Los Adivinos, hacía el oeste, donde hoy funciona un Laboratorio, existió una vieja casa que en tiempos remotos se decía era el lugar con mayor presencia de espantos.  A mediados de 1962, como consecuencia de la audiencia de extraños y tenebrosos ruidos metálicos sus moradores excavaron profundas fosas en búsqueda de un “bendito (o maldito?) dinero enterrado. Pero en lugar de tan deseado oro cochano solo se encontraron media docena de osamentas de niños. Para la fecha la casa era habitada por una costurera de Coro, Doña Cándida López. Aunque la familia López dijo no haber encontrado dinero enterrado quedó la duda porque su hijo Aníbal, el ajedrecista, logró comprar uno de los carros último modelo que aún conserva. En general, alrededor de La casa de Los Adivinos, los caroreños sintieron siempre la presencia de almas penitentes. Por allí quedaba la Cárcel Real y el primer Hospital de la ciudad. Muchos buenos cristianos, de seguro, debieron morir torturados por las fuerzas del orden y otros tantos abandonaron este mundo sin confesión. Esos hombres así muertos dejan sus almas en penitencia merodeando y perturbando el mundo de los vivos. Igual se dice de las inmediaciones de La Zulianita, otrora espacio del cementerio de los colerientos de 1866, en el cual enterraban a los enfermos aún con vida para evitar el contagio. ¡Enterrar seres humanos aún con vida debe traer alguna consecuencia¡ Por eso  quizás  es que Telle Crespo, 140 años después, veía una mujer en el solar de La Chuenca.
            Muchos y muy perturbadores espantos sentían los caroreños que de noche caminaban por el camino hacia Aregue. A la altura de El Rosario los más antiguos afirman haber escuchado el vaciado de monedas metálicas. Tal espanto solo desaparecía con la profusión de insolencia y malas palabras.
     Cuando allá por 1920 empieza a consolidarse Pueblo Nuevo, hoy Barrio Torrellas, hacía las nuevas coordenadas de aquel nuevo espacio vital se mudaron también los viejos espantos de El Calvario, del rectángulo principal de la ciudad, Lomo e Perro, El Taquito, etc. Así entonces los primeros pobladores del Torrellas fueron víctimas del terror que infundía bien el Espanto de la Hamaca y el Espanto de las Playas del Río.  El primero azotaba a arrieros y cazadores, siempre tirados a guapos y arrechos. Salía  por los lados de Campo Lindo, Tierritas Blancas y El Chuquito. El Cazador o el arriera veían que dos figuras humanas transportaban a otro dentro de una gran hamaca, simulando algún enfermo. Cuando el cazador preguntaba “y a quien llevan ahí? Una diabólica voz  le respondía “llevamos a fulano” coincidiendo el nombre con el de quien había preguntado.  
    A la margen derecha del Morere, en las noches, se escuchaban pisadas sobres las ramas y hojas secas.  Este al parecen era un espanto chaperón o pajudo, como dicen hoy, pues le salía a las jóvenes parejas que se iban a entregar a los brazos de Afrodita.
    Contaba Don Chimo Mogollón, el torrellero con record de longevidad, vivió 125 años, que por la hoy calle Ramón Pompilio Oropeza solía pasar a altas horas de la noche una “carreta” o mejor dicho se oía el ruido característico de una carreta que se dirigía hacia los lados de Campo Lindo. Tal “artefacto” al parecer venía de los lados de la “ciudad”. Igual se dice que para la misma época, años 20 - 50, se sentía pasar una puerca gruñona. Se le veía salir de las inmediaciones de la casa de Los Curieles, atravesaba El Torrellas, tornaba hacía el sur-oeste hasta perderse donde hoy tiene levantada la casa la profesora Libia Suárez, en Lito Arenas.
    Pero los terrelleros también eran (o son’) espantados cuando salían de su barrio. Arrieros y cazadores más de una vez fueron asustados en el trayecto que se recorre entre Campo Lindo a Gordillo, pero sobre todo en el tramo de la Playa de Pérez. Cuentas los viejos que por allí las mulas se inmovilizaban y no había espuelazo ni  fuerza humana que la hiciera mover. Tal extraña situación sólo era superada con rezos, oraciones y padres nuestros. Hasta los cazadores comunistas se han asustado en las silenciosas noches de cacería donde varias veces hasta las rastras de los caminos han desaparecido para aparecer ya con la luz de la mañana. Vale Mario, Arturo Querales y Valentín Ferrer más de una vez sintieron la extraña presencia de tales espantos.
       Otras versiones sostienen que en el callejón Las Tres Torres, detrás de la Planta Eléctrica, se oía llorar a una mujer; La Llorona. “…Y por hay si viven flojos” dice un cronista que pidió el anonimato.
     La Mujer Blanca era un espanto ubicuo; se le sentía por los lados de El Terreno, de Campo Lindo, por el Centro Torrellas. Desde éste espantó a Estrella Pérez (Q.E.P.D), en 1971, cuando a altas horas de la noche estudiaba la teoría de la Doble Hélice del ADN de Watson y Crick. Yépez  dice que ya no siente nada. 
    Muchas casas solían enterrar, previa bendición, una cruz   para ahuyentar la presencia de la Mujer Blanca. Los que pasan del medio cupón (50 años) recuerdan la cruz del solar de la casa de Mera Carrasco, en la calle Las Brisas,  la de la casa de Marlen Duno, en la Torrellas,  en el Centro Torrellas (que tiene doble propósito). El Torrellas estaba sembrado de cruces anti Mujer Blanca como está sembrada la frontera israelí de batería antiaéreas. Por supuesto en la época cuando salía La Llorona o cualquier espanto nadie o casi nadie se acostaban después de las nueve de la noche.     
Más cercano en el tiempo son “otros” espantos o en todo caso sus versiones modernas.  Allá por 1962, cuando venía de la Plaza Bolívar, el joven  Juan José Salazar, hoy dedicado  a estudiar los huesos de los muertos más antiguos, vio a una bella mujer que a medida que trascurría el tiempo se iba engrandeciendo. La vio muy cerca de su casa de la Contreras. “Por ese pedacito” se siente unas vainas extrañas”, nos dijo una vez Gonzalo Crespo; que de eso sabe.

             Los seretones o entes como se les llama en la cultura nórdica no son propiamente espantos (aunque que espanten). Pertenecen a una categoría especial de fenómeno paranormal. Estamos ”torturando”   algunos informantes para tratar de escribir  sobre ellos en Carora.

Perejene;La Garganta de Oro de Carora

La Garganta de Oro de Carora.
Orlando Álvarez Crespo.







   Es una tendencia universal que la amistad, la cercanía y/o la familiaridad tienda a subvalorar  la genialidad de los amigos o paisanos. De allí la enseñanza del viejo refrán cristiano “nadie es profeta en su tierra”.  El ensayista inglés Willian Hazlitt (1778 – 1830) lo decía más refinada: “La familiaridad no crea desprecio, pero quita el brillo de la admiración”. Estas palabras introductorias viene a propósito de que en el centenario barrio Torrellas nació y vivió un hombre con una de las mejores voces de Venezuela que por no haber salido de Carora no tuvo la relevancia y notoriedad para la cual tenía un don que le dio la naturaleza: su voz.

    Pedro Argenis Crespo, popularmente conocido como Perejene, nació en 1926. Era el tercer hijo del matrimonio de Alfonso Barrios (1877 – 1945) y de Segunda Margarita Crespo (1894- 1985). Perejene fue policía, vendedor de capullitos, serenatero, vendedor de polos, entre otros oficios. Algunos lo recuerdan cantando en la Radio Violeta de  Nicanor Graterol; otros vendiendo sus capullitos en las  concurridas procesiones de Semana Santa, y los más jóvenes anunciando y vendiendo helados o polos de los más variados sabores. Los muchachos de los años 50, Félix Torbello, Edecio Mendoza, Pedro León Díaz, Armando La Coca,  Enrique Díaz, entre otros, le preguntaban si tenía “polo de carota”, como nuestro personaje se molestaba lo apodaron “El Polo e Carota”.
    Cuando los hombres del mundo musical y de la radio en Carora lo bautizaron como “La Garganta de Oro” de Carora, sus vecinos del Torrellas, entre envidia y burla, lo llamaban “Garganta de Chivo”. Y es que sus vecinos y amigos debieron percibirlo más como un personaje rústico que como el verdadero tenor que era Pedro Argenis Crespo. Doña Ana Mosquera de Gatica, de 100 años, vecina de Perejene,  aun recuerda con nostalgia su “increíble” voz cuando cantaba en las mañanas.

    Perejene desde joven se  estrenó como serenatero, deleitó a los vecinos desde la “Violeta” con “sus” rancheras y boleros; cantó en Radio Carora y en el Teatro Salamanca. Pero su “gran debut” lo hará el primero de abril de 1958, en el primer aniversario de  la inauguración del Cine Estelar cuando es contratado por la Radio Corporation of America (RCA Victor) de New Jersey, para acompañar a la actriz y cantante mexicana Rosita de Castilla (1930) conocida como Los Ojos que cantan, quien estaba en la cumbre del estrellato de la actuación y la música popular  azteca para mediados de los años cincuenta.  Dice José Adan “los americanos no tan con vainas (…) por algo seleccionaron a Perejene…” La RCA-Victor era la representante musical de muchos de las estrellas del cine mexicano.

    Rosita de Castilla tenía en su currículo la actuación en las películas “El Lobo Solitario” (1951) y la Justicia del Lobo junto a Raúl de Anda El Charro Negro; “Tal Para cual cual”, y “Los Tres Compadres alegres”, 1952, junto a Jorge Negrete y Luís Aguilar;  y varias actuaciones con Tin Tan. Artista exclusiva de la Productora Mier and Brooks.  A pesar de sus habilidades para la actuación, será en el canto en donde mantendrá su carrera artística.
     Junto a Rosita de Castilla, cuyo nombre verdadero era María Victoria Ledesma Cuevas,  estaba la estrella del cine mexicano Miguel Manzano Sáenz (1907-1992) que tenía  en su haber la actuación de primera línea junto aJorge Negrete en “La Madrina del Diablo”, 1937; con Cantinflas en “Ustedes los ricos”. Su fama se apuntala en 1948 por su  actuación en  “Don Manuel de la Colina y Bárcena”, junto  con Pedro Infante y  Blanca Estela  Pavón. En 1950 vuelve  actúan con El Ídolo de Guamuchil, en Las Mujeres de mi General”.  Además de esa trayectoria, cuando llega a Carora, (lo hizo varias veces) viene de actuar en “Dicen que soy Comunista”, “Cárcel de Mujeres” “Mátenme porque me muero, El Bombero Atómico”, con Tin Tan; La Ilusión viaje en Tranvía; La Cucaracha, con María Félix; “Cada hijo una cruz”, entre otras.

    Con esas dos estrellas de la música y del cine dorado de México subió al escenario estelar Pedro Argenis Crespo quien tenía la extraña y exquisita capacidad de cantar alternativamente con voz de mujer y voz de charro. Podía cantar pues como un contratenor  y como una mezzosoprano. Perejene podía hacer registro de voces femenina sin falsete puesto que era un sopranino natural, un don que la providencia concede a uno entre diez millones.  Los agentes musicales de la RCA-Victor, previo a la presentación de aquel primero  de abril, habían “pulsado” el talento musical de Carora y escogieron al que los vecinos se atrevieron a llamarlo “Garganta de Chivo” o Polo e carota. No transcendió debido a que nunca conoció otro escenario  que el enfeudado y encadenado mundo caroreño… Nadie es profeta en su tierra; lo dijo Cristo después de predicar en Cafarmaun.  A ese humilde “polero”  a quien los “tripones” de su barrio la llamaban Garganta de chivo la naturaleza lo había premiado con un don que se registra uno entre diez millones de seres humanos.

   Pedro Argenis Crespo quien las tardes y noches solía hacer unas interminables competencias con su colega Manuel Felipe  Álvarez, El Manolipe, murió el sábado 17 de septiembre de 1966.

    Post: Nos comentó marlón Mendoza, su sobrino, que los mexicanos intentaron llevárselo, pero la familia le “prohibió” ausentarse.