La Barranca de la
Muerte.
Orlando Álvarez
Crespo.
En
el ya centenario barrio Torrellas hay al menos dos elementos a los cuales erróneamente se la han
atribuido aspectos negativos. Uno es el
cognomento de Zona Roja que el Morocho malo de Dora cree se debe a la
delincuencia cuando en realidad se debe a la alta votación obtenida por el PCV
en los primeros procesos electorales del país. La otra es el nombre “pavoso” de
la esquina de los Perozo/Gatica, La Barranca de la Muerte a la cual la
burocracia chavista municipal intentó hace poco renombrarla como La Barranca de
la Vida; cosa por lo demás ridícula por que los vecinos de allí estamos de ser barranqueros… Hasta un club social y
deportivo tienen. Desde luego ese
nombrecito es bastante elocuente y es de temer. No puede haber alguna toponimia
más pavosa y ahuyentadora que esta. Pareciera
que los muertos allí han caído por docenas, pero ahí no han matado a nadie a
pesar de vivir allí varios “matadores”…
Cierta
versión afirma que el nombre de La Barranca de la Muerte deriva del hecho de
que allí, antes del asfaltado, (gracias a Morillo Gómez enfatiza Rosa Crespo)
las aguas de lluvias erosionaban el terreno circundante de la casa/bar que
edificó Manuel Felipe Álvarez, Manolipe. Al llover la casa parecía elevarse como una barranca,
por lo demás peligrosa para los caballeros que salían borrachos del bar que
allí funcionó. Todavía puede a preciarse lo alto de la acera que protege a la
casa de Marlen Gatica.
Otra versión, a la cual le damos más crédito,
tiene que ver con la influencia del séptimo arte, sobre los torrelleros y
sostiene que el nombre de la Barranca de La Muerte se debe a una película
western, mexicana, del mismo nombre,
proyectada en el cine Salamanca en junio de 1956.
La
Barranca de la Muerte, dirigida por el español Jaime Salvador Valls (1901 - 1976),
es una película mexicana, western, de
1955 con la actuación de Antonio
Aguilar, Sara Montes, Agustín Isunza, Arturo Soto Rangel, Guillermina Tellez
Girón, entre otras estrellas de la época
de oro del cine mexicano. En ella se presenta la odisea de Mauricio Rosales (El
Rayo Justiciero), interpretado en esta y nueve películas más por Antonio
Aguilar, en su objetivo de capturar a un bandido peligroso. El Tigre, debido a los crímenes que ha cometido en
contra de la población.
La
Barranca de la muerte forma de la saga de un personaje del cine mexicano creado
en 1954, “Mauricio Rosales”, para el
actor y cantante Antonio Aguilar donde siempre tiene una injusticia que reparar
o hacer pagar. Otros film de la saga son “El Rayo Vengador” (1954), "Juan
Sin Miedo" (1960), los filmes de Charles Bronson (como Vengador anónimo) y
de Clint Eastwood y “Gladiador” (1990), involucran la imagen de vengadores violentos,
pistoleros o luchadores que usan la
fuerza, o justicieros (como Robín Hood, de 1922) a veces al margen de la ley, para imponer lo
que creen justo; o el drama de rebeldía juvenil como Las Fresas de la Amargura.
En Carora La Barranca de la muerte causó un gran impacto tanto así todavía la
recuerdan los más antiguos. El
Presidente Chávez la comentó con mucho entusiasmo en un Aló Presidente en 2011 tal por la canción que
cantaba Rosales: "Me juego la vida, para hacer justicia / Así vivo siempre
/ Por pueblos y valles sin paz, ni reposo / Pues nunca permito que al pobre lo
humille el más poderoso"."Ese personaje fue un luchador popular"
redondió Chávez en 2011.
Mauricio
Rosales es un personaje del cine mexicano creado en 1954 para el actor y
cantante Antonio Aguilar. El primero de ellos fue El Rayo Justiciero (1954). En
la siguiente película, La Barranca de la Muerte, Rosales actúa contra El Tigre,
un peligroso bandolero quien aterroriza a los vecinos de la región.
Posteriormente, luego de matarlo, descubre que el forajido era su hermano
gemelo. Las aventuras del justiciero vengador en favor de los desvalidos,
continuarían en otros ocho filmes.
“La Barranca de la Muerte” habría
causado un gran impacto en los
caroreños. Una cierta noche, a eso de las 9 y 27 minutos de noche, cuando los
jóvenes de entonces: Edecio Mendoza, La Meca Ramos, Martín García, Chelindo
Oropeza, Félix El Topeche y Beto Oropeza, entre otros, regresaban a sus
respectivas casas; a la altura de la casa de Sixto Crespo, observan una
tremenda coñazón en el bar que entonces regenciaba Luis Crespo. Era una pelea
colectiva ente la cual se encontraba El Chirre, al ver aquella escena Norbeto
Oropeza, que aún tenía las angustiantes imágenes de la película que acaban
de ver, exclamó algo así como “esa vaina
parece la Barranca de la Muerte…”… y desde entonces se ha llamado con tan
curioso nombre a esa esquina emblemática del Barrio Torrellas. Estamos aquí en presencia de los efectos de
los medios de comunicación sobre todo el planeta. Una esquina de una apartada
ciudad del país lleva un nombre extraído
de una película filmada en los agrestes parajes mexicanos. Y esa es una
característica del centenario Barrio Torrellas, el primer barrio moderno de la
ciudad: la permeabilidad cultural o el hibridaje cultural que se expresa en su
urbanismo, en la cultura sincretica, en la vestimenta y hasta en los deportes.
Una placa en cerámica nos donará Bruno Crespo para colocarla allí para que no
quede duda de que el nombre de pila de esa esquina es La Barranca de la Muerte
tal como fue bautizada en 1956.