Adiós al muchacho de las uñas largas.
Orlando Álvarez Crespo.
Cuando allá por los años treinta, cuando
la educación al menos servía para formar gente recta, los maestros, además de
evaluar el nivel de aprendizaje de los alumnos, evaluaban la higiene y el aseo
personal del educando. No se conocían
las complejas teorías sobre la educación de Jean Piaget ni de Vigotsky, pero
los maestros apelaban a una estrategia que parecía lógica y elemental; la del
premio y castigo, más cercano a los ensayos pavlovianos. A los muchachos desaseados sencillamente se
les echaba un regaño y se les daba un palmetazo “para que sea cochino”. Sin
tanta teoría los muchos rápidamente aprendían a bañarse bien y andar limpios al
menos para ir lo poco que iba a la
escuela.
Allá por 1.936, cuando el octavo hijo de los
tres que procrearon Don Pompilio Díaz González y Doña Josefa Leal de Díaz
estudiaba tercer grado, a La Candelaria llegó un maestro excepcional, músico,
compositor que habrá de influir de manera significativa el futuro musical de
Alirio Díaz. Joaquín Ramos se llamaba aquel maestro, recordado entre los
octogenarios caroreños por ser un caballero afable, bondadoso y de alma grande.
En Carora se le conoció con el hipocorístico de Manoquín.
Cierto día del referido año, mientras el
maestro Joaquín Ramos hacía su primera evaluación a los parvulos del tercer
grado de la única escuela de La Candelaria observó que entre los primeros
párvulos a evaluar había uno con uñas, aunque limpias, más largo de lo normal.
El maestro, con la palmeta sobre el escritorio, presto a dar el correspondiente
sermón y castigo le preguntó “¿y tu porque tienes las uñas largas? A lo que el
muchacho Alirio Díaz, con voz temblorosa, le respondió “maestro es que yo toco
guitarra”; y el maestro cerró “ ah,
cuando termine la clase me espera para que toquemos juntos”. Aquella
inesperada repuesta del muchacho le movió los cimientos emocionales al rígido
maestro y fue el detonante para iniciar
una riquísima, simbiótica y perdurable amistad entre el maestro y el alumno.
Después de aquel primer “encuentro musical” tocar después de las clases se hizo
casi un vicio o un habito para ambos. El alumno cada día sorprendía al maestro
con el dominio del arte de la guitarra… Debió resultarle una experiencia
personal maravillosa: entre sus pares, los alumnos, aquel muchacho podía de
conservar el privilegio de dejarse las uñas largas; y frente al maestro se
sentía igualado de tu a tu por el talento natural para la música. … y es que el
que va a (sobre) salir se asoma
dice un viejo refrán castellano.
Alirio Díaz, en 1939, habrá de venirse a Carora a los diez seis años
de edad a proseguir sus estudios en la Escuela Federal Graduado Egidio
Montesinos”. Al maestro Joaquín Ramos lo encontraremos dictando clases, ad
honorem, en la escuela de Primera Letras “San Luis Gonzaga”, fundada por el
Padre Pedro Felipe Montes de Oca, en la avenida El Cementerio. Fue un maestro
sencillo, bondadoso y de una alma grande… Aceptabas que sus alumnos, niños y
adultos, asistieran sin uniforme y hasta descalzos…Los Ferrer y los Sierraltas
más antiguos que no les cuadraba nada decían de Manoquín que éste era un hombre
bueno y noble. ¡Que su palabra vaya adelante!
Después de aquel primer encuentro
“accidental” entre Manoquin y Alirio Díaz en la escuelita de La Candelaria,
Alirio Martín Díaz Leal ingresó a la cofradía de los grandes músicos de
Carora.. y de ahí a la Eternidad… Hoy en día es uno de los muy escasos
caroreños vivientes que nos llega de orgullo.
Ramos, ya hartamente conocido
como músico y compositor, debió
dar noticias a sus colegas caroreños de
las dotes musicales de aquel alumno que estuvo a punto de ganarse una palmetazo
por “el descuido” de sus uñas.
Cuando Alirio Díaz había agarrado vuelo
propio, Joaquín Ramos, su maestro de tercer grado en la natal Canducha, le
compuso varias canciones exclusivas para su alumno. Las más sonadas y conocidas
de ellas sean quizás “Nostalgia” y Serenata Caroreña”, la primera incluida en
el disco “Melodías Larenses”, 2004, dedicado al maestro Joaquín Ramos.
Aquel muchacho campesino, nacido el 23 de
noviembre de 1923, que ya venía con la
música en sus venas por herencia paterna en su edad febril recibió el
estimulo necesario y oportuno de una maestro sabio, humilde y generoso que lo hará encumbrarse como el guitarrista
internacional más grande de todos los
tiempos… ¿y cuándo saldrá otro igual…o al menos parecido? El pasado martes
aquel muchacho que estuvo a punto de “ganarse” una palmeta por sus uñas largas
emprendió su último vuelo: el de la
inmortalidad. Ad æternum o Ad
eternum,
Ha sigo el caroreño mas grande, más universal de todos los tiempos; solo
equiparable al General Pedro León Torres.
Ah mundo no respetaron el crédito del fotógrafo además de haber editado muy mal la misma!!!!
ResponderEliminarLa encontre en internet De quien es'?
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