sábado, 2 de julio de 2016

Una goda en El Torrellas.

Una goda en El Torrellas.
                                                                                           Orlando Álvarez Crespo
                                                                     
    El Partido Social Cristiano COPEI nació con el apoyo inicial de los sectores  conservadores del país que abarcaba a  la Iglesia Católica, sectores populares de los estados andinos, grupos afectos al gomecismo y al lópez-medinismo y estudiantes universitarios de vocación católica. Y como los partidos políticos, al igual que los hombres, llevan a lo largo de su vida la huella  de la infancia, COPEI fue el refugio del conservatismo político venezolano aunque en algunas regiones excepcionalmente llegó a ser un partido popular. En Carora, por ejemplo, los primeros militantes fueron los ocupantes de las “casas sagradas”, incluyendo a la servidumbre que había sido cooptada con el cuento COPEI era el partido de Dios. Los primeros copeyanos, preciosistas en su conducta, se mofaban de sus principales adversarios diciendo que “los adecos eran como las nicas: son muchos, pero no valen un coño” y estaban orgullosos de sus doctores viejos y jóvenes. Por esta razón, aunado a otros factores, a COPEI le fue harto difícil ganar elecciones presidenciales; y la primera vez que ganó jugó un papel decisivo la división de AD.
     En la imaginería popular, COPEI llegó a ser el partido de las elites y en contrapartida AD, el  Partido del  Pueblo, de Juan Bimba,  y los Comunistas de los poquiticos. De manera pues que ver algún pobretón inscrito en COPEI era como escandaloso, contradictorio e incluso objeto de asombro y de burlas. En 1946, COPEI, partido aristocrático y conservador tenía entre sus congresantes a José Camacho, un negrito de Antímano. Y como eso no podía pasar desapercibido, un buen día  Andrés Eloy Blanco, su amigo, le compuso estos versos socarrones:
“Cosas que no son de Ley,
Siempre  resulta un fiasco:
Mujer orinando en frasco,
Y negro inscrito en COPEI”
    Esta pegajosa estrofa fue invocada por los adecos casi siempre cuando aparecía un negrito alardeando de su militancia copeyana-calderista. Herrera Campins se encargará de darle una imagen popular a su partido a lado de la olvidada Carlota Flores, la Negra de Caucagüita.
    Un pobre en COPEI en la Carora de los 40 no debería ser motivo de extrañeza dada la naturaleza conservadora de los caroreños de entonces, pero cuando el pobre-copeyano o el copeyano pobre hacia más bulla de la cuenta, tal hecho no podía pasar desapercibido.  Cuando en el Torrellas apareció la primera copeyana vehemente (una mujer humilde, de tez oscura y pelo chicharrón) sus amigos adecos con frecuencia la visitaban; no tanto para pedirle el voto  sino para indagar por qué, dada su condición socio-económica, era copeyana y no votaba por AD por el Partido del Pueblo, o por el de los  obreros.
  Paula Dorantes fue la primera mujer copeyana, no concertada en las casas sagradas, de armas tomar que se conoció en el barrio Torrellas, un sector influenciado por las ideas igualitarias y comunistas en virtud de los trabajadores petroleros que venían “envenenados” del Zulia. Dorantes no solo era copeyana inscrita con carnet y todo sino que buscó votos para el  Partido fundado por Caldera. Gozó del aprecio y la estima de los dirigentes y militantes godos de COPEI. Los copeyanos de Carora en justicia bautizaron con su nombre un Comité que se fundó en la calle Jacobo Curiel, parte baja. Propicia es la ocasión de que el primer negro inscrito en COPEI fue Tita Querales, zapatero de Pueblo Aparte y quien incorporará a Pepi Montes de Oca a COPEI.
  Paula Dorantes era la madre del conocido músico y carpintero Jesús Ávila y del pelotero Pablo Mahoma Dorantes. Ella fue de los primeros habitantes que se asentaron en Pueblo Nuevo y era muy conocida y querida en toda  la comunidad. La furia del Morere le derribó su primera casa, en la calle San Juan, El Yabal, en la inundación del 37. Se bebió mudar a Las Casitas (o Barrio Obrero Libertador), diagonal a la actual Plaza Chío. Allí vendía un muy buen chimó en sus dos variantes: “Dulce” y “Bravo” a dos  bojoticos por locha. Muy trabajadora, honrada: levantó a su familia preparando y vendiendo chimó para las casas de comercio establecidas por las inmediaciones de la plaza  Bolívar.  En su edad avanzada se dedicó a la preparación y venta de comida; su mondongo y que era mundial y los chicharrones de puercos eran de competencia…
     A Paula Dorantes en más de una ocasión  la visitó su amigo Isaías Ávila, fundador de Acción Democrática en Carora, un “adeco bueno” en el decir de Morillo Gómez. Ávila inquirió a Dorantes, más como amigo y “sociólogo”  que como dirigente político sobre la razón del por qué ella siendo tan humilde, pobre, era a la vez tan conservadora, goda o copeyana. A Isaías Ávila le  llamaba poderosamente la atención que aquella humilde chimoera de Pueblo Nuevo defendiera las ideas del orden, que fuera de la Derecha y rechazara las ideas progresistas de la izquierda.  La repuesta de Paula Dorantes fue más o menos del siguiente tenor: “Que izquierda ni que ocho cuartos. Eso es pura paja… Como pretender hacernos creer en una sociedad igualitaria si Dios nos hizo a todos diferentes. Si somos distintos por naturaleza ¿cómo vamos a ser iguales viviendo en sociedad? Dígame los comunistas del barrio… esos son puros coños vagos que no trabajan, trabajan son las mujeres, puro y que luchando por un ideal… que ideal del coño ¿Cuándo con un ideal se lleva la comida  a la casa? Como era una mujer vehemente, concluyó “La izquierda no sirve ni pa limpiarse el rabo, por que uno se limpia y …” Ante la contundencia de la repuesta de la hacedora de chimó Isaías Ávila no debió hacer otra cosa que reírse.  El  viejo amigo que me contó esta crónica, además de pedirme encarecidamente el anonimato so pena de quitarme el habla, me preguntó “¿Qué crees tú? ¿Tenía razón  o no Paula Dorantes?... Sólo este loco que tenemos de presidente sigue empeñado en el comunismo…”
     Paula Dorantes, a pesar de romper el estereotipo de los primeros copeyanos, fue una entusiasta militante de COPEI. En su fanatismo por la tolda verde solo le ganaba  la señora Efigenia Rodríguez de Partidas. Paula Dorantes, murió en la mañana del miércoles  13 de enero de 1991. Toda su familia la siguió en su afán de ser copeyana hasta los tuétanos.    

  El COPEI de Carora se hará popular con la llegada del líder “chavista” Jesús Morillo Gómez que con su carisma, su demagogia, sus obras y con “La Bella del Tamunangue”  se ganó el corazón de los torrenses. Pero el COPEI popular, antigodo de Morillo, de seguro no le hubiese gustado a Paula Dorantes como no le gustaba a Marina Pérez “el Diario de Fortunato”.                                                              

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