Una goda en El
Torrellas.
Orlando Álvarez Crespo
El Partido Social Cristiano COPEI nació con
el apoyo inicial de los sectores
conservadores del país que abarcaba a
la Iglesia Católica ,
sectores populares de los estados andinos, grupos afectos al gomecismo y al lópez-medinismo
y estudiantes universitarios de vocación católica. Y como los partidos
políticos, al igual que los hombres, llevan a lo largo de su vida la
huella de la infancia, COPEI fue el
refugio del conservatismo político venezolano aunque en algunas regiones
excepcionalmente llegó a ser un partido popular. En Carora, por ejemplo, los
primeros militantes fueron los ocupantes de las “casas sagradas”, incluyendo a
la servidumbre que había sido cooptada con el cuento COPEI era el partido de
Dios. Los primeros copeyanos, preciosistas en su conducta, se mofaban de sus
principales adversarios diciendo que “los adecos eran como las nicas: son
muchos, pero no valen un coño” y estaban orgullosos de sus doctores viejos y
jóvenes. Por esta razón, aunado a otros factores, a COPEI le fue harto difícil
ganar elecciones presidenciales; y la primera vez que ganó jugó un papel
decisivo la división de AD.
En la imaginería popular, COPEI llegó a
ser el partido de las elites y en contrapartida AD, el Partido del
Pueblo, de Juan Bimba, y los
Comunistas de los poquiticos. De manera pues que ver algún pobretón inscrito en
COPEI era como escandaloso, contradictorio e incluso objeto de asombro y de
burlas. En 1946, COPEI, partido aristocrático y conservador tenía entre sus congresantes
a José Camacho, un negrito de Antímano. Y como eso no podía pasar
desapercibido, un buen día Andrés Eloy
Blanco, su amigo, le compuso estos versos socarrones:
“Cosas
que no son de Ley,
Siempre resulta un fiasco:
Mujer
orinando en frasco,
Y
negro inscrito en COPEI”
Esta pegajosa estrofa fue invocada por los
adecos casi siempre cuando aparecía un negrito alardeando de su militancia
copeyana-calderista. Herrera Campins se encargará de darle una imagen popular a
su partido a lado de la olvidada Carlota Flores, la Negra de Caucagüita.
Un pobre en COPEI en la Carora de los 40 no debería
ser motivo de extrañeza dada la naturaleza conservadora de los caroreños de
entonces, pero cuando el pobre-copeyano o el copeyano pobre hacia más bulla de
la cuenta, tal hecho no podía pasar desapercibido. Cuando en el Torrellas apareció la primera
copeyana vehemente (una mujer humilde, de tez oscura y pelo chicharrón) sus
amigos adecos con frecuencia la visitaban; no tanto para pedirle el voto sino para indagar por qué, dada su condición
socio-económica, era copeyana y no votaba por AD por el Partido del Pueblo, o
por el de los obreros.
Paula Dorantes fue la primera mujer copeyana,
no concertada en las casas sagradas, de
armas tomar que se conoció en el barrio Torrellas, un sector influenciado por
las ideas igualitarias y comunistas en virtud de los trabajadores petroleros
que venían “envenenados” del Zulia. Dorantes no solo era copeyana inscrita con
carnet y todo sino que buscó votos para el
Partido fundado por Caldera. Gozó del aprecio y la estima de los
dirigentes y militantes godos de COPEI. Los copeyanos de Carora en justicia
bautizaron con su nombre un Comité que se fundó en la calle Jacobo Curiel,
parte baja. Propicia es la ocasión de que el primer negro inscrito en COPEI fue
Tita Querales, zapatero de Pueblo Aparte y quien incorporará a Pepi Montes de
Oca a COPEI.
Paula Dorantes era la madre del conocido
músico y carpintero Jesús Ávila y del pelotero Pablo Mahoma Dorantes. Ella fue
de los primeros habitantes que se asentaron en Pueblo Nuevo y era muy conocida
y querida en toda la comunidad. La furia
del Morere le derribó su primera casa, en la calle San Juan, El Yabal, en la
inundación del 37. Se bebió mudar a Las Casitas (o Barrio Obrero Libertador), diagonal a la actual Plaza Chío. Allí
vendía un muy buen chimó en sus dos variantes: “Dulce” y “Bravo” a dos bojoticos por locha. Muy trabajadora,
honrada: levantó a su familia preparando y vendiendo chimó para las casas de
comercio establecidas por las inmediaciones de la plaza Bolívar.
En su edad avanzada se dedicó a la preparación y venta de comida; su
mondongo y que era mundial y los chicharrones de puercos eran de competencia…
A Paula Dorantes en más de una
ocasión la visitó su amigo Isaías Ávila,
fundador de Acción Democrática en Carora, un “adeco bueno” en el decir de
Morillo Gómez. Ávila inquirió a Dorantes, más como amigo y “sociólogo” que como dirigente político sobre la razón del
por qué ella siendo tan humilde, pobre, era a la vez tan conservadora, goda o
copeyana. A Isaías Ávila le llamaba
poderosamente la atención que aquella humilde chimoera de Pueblo Nuevo
defendiera las ideas del orden, que fuera de la Derecha y rechazara las
ideas progresistas de la izquierda. La
repuesta de Paula Dorantes fue más o menos del siguiente tenor: “Que izquierda ni que ocho cuartos. Eso es
pura paja… Como pretender hacernos creer en una sociedad igualitaria si Dios
nos hizo a todos diferentes. Si somos distintos por naturaleza ¿cómo vamos a
ser iguales viviendo en sociedad? Dígame los comunistas del barrio… esos son
puros coños vagos que no trabajan, trabajan son las mujeres, puro y que
luchando por un ideal… que ideal del coño ¿Cuándo con un ideal se lleva la
comida a la casa? Como era una mujer
vehemente, concluyó “La izquierda no sirve ni pa limpiarse el rabo, por que uno
se limpia y …” Ante la contundencia de la repuesta de la hacedora de chimó
Isaías Ávila no debió hacer otra cosa que reírse. El
viejo amigo que me contó esta crónica, además de pedirme encarecidamente
el anonimato so pena de quitarme el habla, me preguntó “¿Qué crees tú? ¿Tenía
razón o no Paula Dorantes?... Sólo este
loco que tenemos de presidente sigue empeñado en el comunismo…”
Paula
Dorantes, a pesar de romper el estereotipo de los primeros copeyanos, fue una
entusiasta militante de COPEI. En su fanatismo por la tolda verde solo le
ganaba la señora Efigenia Rodríguez de Partidas.
Paula Dorantes, murió en la mañana del miércoles 13 de enero de 1991. Toda su familia la siguió
en su afán de ser copeyana hasta los tuétanos.
El COPEI de Carora se hará popular con la llegada
del líder “chavista” Jesús Morillo Gómez que con su carisma, su demagogia, sus
obras y con “La Bella
del Tamunangue” se ganó el corazón de
los torrenses. Pero el COPEI popular, antigodo de Morillo, de seguro no le hubiese
gustado a Paula Dorantes como no le gustaba a Marina Pérez “el Diario de
Fortunato”.
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