sábado, 2 de julio de 2016

“La Violeta” de Nicanor Graterol.

                                        “La Violeta” de Nicanor Graterol







                                                        
                       Orlando Álvarez Crespo
     La pulpería en América Latina fue una institución del comercio que prácticamente nació con las ciudades fundadas por los conquistadores. Su origen data de mediados del siglo XVI, y proveía todo lo que entonces era indispensable para la vida cotidiana: comida, bebidas, velas, carbón, remedios, telas, y un largo etcétera. Era también  el centro social de las clases humildes y medias de la población; allí se reunían los personajes típicos de cada región a conversar y enterarse de las novedades. Eran lugares donde se podía tomar bebidas alcohólicas, se realizaban riñas de gallos, se jugaba a los dados, a los naipes y todos los vicios decentes de la época. Eran una viva expresión de la cultura local.
     El origen de la palabra pulpería es ambiguo y controvertido. Para algunos autores, su significado se relaciona con el pulpo, siendo así que según el inca Garcilaso de la Vega (Lima, 1552) se denominaban "pulperos" a los más pobres vendedores, porque alguna vez en la tienda de uno de ellos hallaron vendiéndose un pulpo.  Otros afirman “pulpería” podría haberse originado en la creencia de que en estos establecimientos se vendía pulpa de res al estilo gallego. También se cree que el nombre se origina en el hecho de que en estos locales se vendía pulpa de frutas. Otra versión, la que sostiene Lisandro Alvarado en su obra  Glosario de Voces Indígenas,  sostiene que “Pulpería” es una corrupción fonética de “Pulquería”, que era el establecimiento donde se expendía pulque, una bebida, por fermentación,  que se elaboraba en México de las hojas  del maguey.  El hecho de que la palabra haya mutado de pulquería a pulpería se explica fácilmente: fuera de México, el pulque era casi desconocido; en cambio, se conocía y se conoce la palabra pulpo, aunque casi ninguna "pulpería" haya nunca expendido pulpo -o en todo caso, pulpa de carne vacuna-.
      Irrumpe el siglo XIX y ya está consolidado el término Pulpería para denotar aquel establecimiento donde se expendían los artículos de consumo “masivo” o los más populares aunque no vendieran cocuy como la Pulpería de Nicanor Graterol fundada en 1936. Y allí no vendían cocuy porque su dueño había hecho una especie de cartel con Juan Riera Salas de Bar Zapatería.  El nombre de  Bodega La Violeta  fue una nomenclatura que sólo utilizó la burocracia del fisco municipal a los efectos de la Patente de Industria y Comercio; el propio Nicanor la llamó sencillamente La Violeta. Para los torrelleros era llamada la Pulpería de Nicanor para diferenciarla de la de Juan Riera Salas, de la de Requena Crespo, de la de Bencho Serrano o la VIP de Emilia Túa.  La de Nicanor era toda una tienda por departamento aunque todo estuviera amontonado. Allí se podía conseguir infundia de iguana para destrancar el pecho, creolina, gusanillos, pólvora, granos, un delicioso jugo de tamarindo,  un largo etcétera que incluía comida  y las arepas mata peón (una pendeja arepa) hechas por Librada. Por cierto cuando alguien que se le quejaba a Fausto Meléndez de que la arepa estaba muy fea, muy quemada éste ripostaba  “ayu y ¿quien te dijo a vos que las tripas tienen ojo?”, pero gustosamente la cambiaba.
     Nicanor Graterol tenía dos muy buenas estrategias comerciales; 1) la propaganda sistemática y reiterada  por  Radio Violeta en la jocosa e irrepetible frecuencia Q K C K; 2) la política de la ñapa a los muchachos mandaeros a través de los famosos “boletos” canjeable por dinero o mercancía. La dialéctica de los boletos consistía en que la pulpería, a cambio de 8 boletos de una estrella, daba una locha o el valor equivalente en mercancía; y así proporcionalmente en función de las estrellas acumuladas las cuales a su vez guardaban  proporción a la cuantía de la venta efectuada. Circulaban cuatro tipos (colores) de ticket. Con ello Nicanor se garantizó que los muchachos de áreas  incluso retiradas, como El Trasandino, le compraran a él. Los boletos era una especie de recompensa o gratificación por consumo o fidelidad comercial  como hoy son las Provimillas del Banco Provincial que tienen echando carrera a los tarjetahabientes; y 3) la ñapa inmediata; esto es; el obsequio de alguna chuchería por la compra. Con ello lograba crear empatía con el negocio.
      La ñapa de Fausto que se conservó hasta que la inflación se mantuvo en niveles “normales”, fue una vieja institución comercial que América Latina heredó de la economía incaica precolombina. Ñapa, corrupción del vocablo quechua yaña, significa “ser generoso” y los españoles imbuidos en la cultura mercantilista la interpretaron  como ayuda, aumento y gratificación material. Lo que en la vieja España era chupaza, en América se denominó y popularizó como ñapa  asimilando su significado al de propina.
      La siempre atractiva ñapa de la Pulpería incluía, opcionalmente, un pedazo de queso, papelón, caramelos,  cambures pasados (ojo, deshidratado al sereno, no en estado de descomposición), etc.  En varias regiones del país a nuestra ñapa se le llamó Frutero en virtud de un pequeño frasco donde se acumulaban los granos canjeables en frutas.

    Fausto Meléndez Rodríguez, regente de la pulpería de Nicanor nació en El Cují, el 13 de junio de 1913 y desde muy temprana edad trabajó en el comercio. No sabía leer ni escribir. No tuvo tiempo de ir a ACUDE ni algo que se le pareciera. No podía en consecuencia llevar sus cuentas en el rígido formato contable del “DEBE” – “HABER” - “SALDO”, pero conoció un curioso sistema de contabilidad instituido por los sabios  y funcionarios del imperio incaico llamado  quipu que fue un sistema nemotécnico mediante cuerdas de lana o algodón y nudos de uno o varios colores.  En quechua, quipu significa 'nudo'. La cantidad se expresaba “numéricamente” de acuerdo al color de la cuerda, al  tamaño, grosor y posición del nudo en la cuerda. Meléndez administró esa inmensa pulpería y no se conoce que alguien lo estafara en las cuentas. Se murió Fausto y nadie le preguntó quien le enseñó tan curiosa técnica. Murió el primer día de diciembre de  2004, a los 91 años de edad.   
       Fue pues, la pulpería de Nicanor un establecimiento a la vez tradicional por los productos que vendía, por la ñapa que concedía y por el sistema de contabilidad usado por su administrador;  y fue  a su vez moderna por la política de atracción y conservación de los clientes (los boletos) y por creer y emplear la Radio como medio que potencia las ventas. Las pulpería y bodegas contemporáneas (casi todas bachaqueras) a la de Nicanor prácticamente han desaparecidos y las que les sustituyeron “no le llegan ni por las patas” a ninguna.
      Bodega La Violeta fue un establecimiento comercial que vibró con el barrio que la cobijó. Hoy forma parte de esos iconos que nos identifican con este barrio que dentro de poco arribará a su primer siglo de agitada y trajinada vida.

 Según Héctor Ávila. La Violeta fue la primera bodega o negocio q tuvo un aviso luminoso en Carora. Pero el primer aviso luminoso, no eléctrico, se instaló, 1913, en la botillería La Estrella Roja, de Don Pedro Crespo M; del papa de Antonio Crespo Meléndez, 

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