sábado, 2 de julio de 2016

Por temor al Infierno.

Por temor al Infierno.


                                                                       Orlando Álvarez Crespo.

 Rosa Margarita Crespo de Mendoza ahora carga una (sic) tema de que se va a morir pronto. La verdad es que eso es cuento viejo; pero esta vez ha empezado a planificar los preparativos  para cuando llegue la hora que nos confirma que somos todos mortales. Rosa había designado a Rubén González, algo así como una especie de albacea testamentario.

Rosa Crespo de Mendoza, la misma del Torrellas, llevaba más de medio siglo rezando penitentemente por las almas de los familiares, amigos y vecinos. Nació en Carora el 17 de diciembre de 1922. Su ardua labor espiritual para purgar las penas y pecados de esas almas que deber  pagar el peaje del Purgatorio la ha llevado a  cabo desde  variadas trincheras: Adviento, Navidad, Cuaresma, Triduo Pascual, Tiempo Ordinario, Pentescotés, Pascua, Novenarios, Ultimas Noches, entre otros, y tiempo con el sacrifico corporal de por medio. Y ello para que la oración sea agradada al Señor por el sacrificio.

Consultando con los cronistas que no escriben pudimos  conocer que  nuestra amiga Rosa tiene en la Carora de la primera mitad del siglo XX su más cercano precursor. Comenzando esa centuria vivió en Carora un caballero que se le conoció por ser un consumado rezandero. Se llamaba José Zubillaga Perera, nacido en 1972, era  hijo de Don Teodoro Zubillaga Perera y de Doña Rosa Elvira Perera Yépez; de Manero que José era hermano de humanista Cecilio (Chío) y del Prebistero Dr. Carlos Zubillaga Perera.  “Vivía eternamente con una rezaera” recuerdan los más  antiguos. Pero el énfasis y la intensidad se incrementaban en la época de Semana Santa que incluso él parecía adelantar por iniciativa propia o por sugerencia de algún amigo. Rezaba en voz alta y hasta muy altas horas de la noche.

Los barranqueros del Torrellas que son muy dados a las estadísticas se preguntan con curiosidad: ¿Cuántas hostias habrá recibido Rosa? La cuenta más rigurosa parece ser la del ingeniero José Aldana que afirma que Rosa ha recibido más o menos 57.588 hostias. Según los mismos cálculos debe haber  escuchado más de 109.512 misas, sin incluir las  cantadas y las ofrendadas en latín. Los Padrenuestros y Avemarías  andan por un orden que rebasa  toda  imaginación y aún está in crescendo.


Rosa Crespo, con 87 años de edad, religiosamente vive aún en la Edad Media, como bien sostendría Jacques Le Goff.  Su vida  está consagrada a Dios y se autoasignó, al estilo de los primeros cruzados,  una tarea en la vida: ayudar  a que miles de almas  penitentes puedan alcanzar la Gloria de Dios. Es una tarea humilde y magnánima a la vez.   Ella no comulga por comulgar, ni para mostrar a su vecinos o correligionarios la limpieza de su alma, sino  que lo hace bajo la creencia cristiana de la transustanciación, que afirma o sostiene que el pan  se convierte en ese acto  en la sangre y carne de Cristo, en la Eucaristía. Es una muy vieja idea que postuló  el apóstol San Juan y que perfeccionó el Concilio de Trento (1545 – 1563).

Rosa va a misa preferiblemente a una iglesia lejana a su casa, pues este acto debe significar un sacrificio. Por eso no recibe colas, reza a la hora del burro y de rodillas.

En cuestiones de liturgia y ritual Rosa es perfeccionista. No le gustan  los novenarios rezados por Pastorita Sulbarán ni por Oscar Crespo sobretodo éste que reza “macheteado”; esto es, de manera sintética y resumida o en edición de bolsillo que dicen los libreros.  Por eso nuestra amiga está planificando con sus amigos  grabar  de una vez los rezos de su novenario originales y completitos. ¡Ah mundo Pacheco, ese sí sabía rezar¡ dice con cierta nostalgia.

Esa idea  de Rosa  que se puede ayudar a los pecadores a ir al Cielo es una idea  que viene del siglo XII. Tiene que ver con una entelequia del catolicismo, con una Geografía del Más Allá, como es el Purgatorio, doctrina de fe formulada en los Concilios de Florencia (1304) y de Trento. Esta  sostiene que los que mueren en amistad con Dios, pero no perfectamente purificados deben sufrir una purificación para obtener  la completa  hermosura de su alma.

  

Lo cierto de  todo esto, así lo asegura Rosa, es que a pesar de su trabajo espiritual, no se puede hacer nada por las almas de sus vecinos más inmediatos; pues por eso de la teoría luterana de la Predestinación están condenados a sufrir en la Quinta Paila del Infierno.

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