domingo, 3 de julio de 2016

ANIVERSARIO DE LA JUNTA BENEFICA DEL BARRIO TORRELLAS

TERCER ANIVERSARIO DE LA JUNTA BENEFICA DEL BARRIO TORRELLAS

RECORDANDO A UN BENEFACTOR DE ESTA BARRIADA

     No es para menos, sino para sentirse uno lleno de regocijo, la celebración del tercer aniversario de la Junta Benéfica del Barrio Torrellas. Se celebró un acontecimiento en apariencia sencillo, pero henchido de trascendencia. Porque sólo los pueblos responsables de la suerte de sus destinos, son capaces de crear obra de beneficio común. Son capaces de entender la solidaridad humana en esta forma de colaboración social. Son capaces de entender los postulados cristianos sin levaduras de egoísmo, dándose los unos a los otros.

      Esto, en síntesis, es la Institución Benéfica cuyo tercer aniversario ha sido objeto de celebraciones iniciadas por sus animosos dirigentes. La labor cumplida hasta la fecha por esta Sociedad, es de gran trascendencia para el beneficio público. Son muchos, casi diarios, los casos en que la caja tesonera de esta Institución se abre para dar salida a algún auxilio para ios necesitados de recursos, que en otra forma perecerían desamparados. Es cuantioso el auxilio que ios enfermos miserables reciben en sus lechos sin providencia. Y en casos de muerte, centenares de personas dejadas de la mano de la fortuna descienden al fondo de la tierra acogedora cobijados por la protección de esta obra que honra al Pueblo caroreño, no permitiendo que sus hijos hagan el último viaje en condiciones de abandono, como si no hubiera entre los hombres corazones condolidos por los que ya no tienen existencia.

      La Junta Benéfica ha hecho una obra, pues, en todo sentido meritísima. Ha tenido el concurso de sus sostenedores en forma de contribuciones particulares, y también ha recibido el apoyo oficial efectivo del actual Gobierno del Estado, y —desde hace tiempo— de la Junta local de Fomento. Todos estos elementos, los particulares que contribuyen y el Gobierno, deben sentirse satisfechos de que sus valiosas contribuciones para esta obra de verdadera acción social, ha tenido buen uso. No es de lo menos poder afirmar esto, porque es lamentable que en contradicción con este correcto manejo de fondos, se pueda constatar en otras partes, que instituciones constituidas para hacer el bien, se conviertan en manejos especulativos en provecho de miserables traficantes de la confianza del Gobierno y de la generosidad pública.
     
      Esta obra, aunque con proyecciones para toda la ciudad, contrae especialmente su atención a este Barrio denominado con el nombre de i n esclarecido varón venezolano, de quien nos vamos a permitir hablar por algunos instantes. Torrellas Urquiola le dio el nombre a esta porción de Carora, y a fe que con sobra de justicia. Fue él un hombre ejemplar, y su conducta puede servir de paradigma a los hombres de Gobierno venezolano de todos los tiempos. Podría decirse que Torrellas Urquiola fue gomecista. Pero distingamos: Torrellas Urquiola estuvo con Gómez.  
      Fue un conspicuo teniente de Gómez. Pero Torrellas Urquiola no fue gomecista. El gomecismo de cuando Gómez, y después de Gómez, se caracteriza por prácticas de autoritarismo gubernamental, por la violencia contra los ciudadanos, por el despojo de los fondos públicos y por una serie de actos lindantes con los procedimientos de las hordas desenfrenadas sin ninguna clase de respeto para los fueros de dignidad humana ni a la majestad de la conciencia. Torrellas Urquiola, siendo servidor de Gómez, se distinguió por su conducta de magistrado íntegro, por su sencillez republicana tratando a sus gobernados con trato legal, por su esclarecida   pulcritud en el manejo del Tesoro, y sobre todo, por su desvelo por el progreso en un tiempo en que esta palabra sólo era materia para consultar en el léxico.

     Los caroreños especialmente en Lara, tenemos una deuda de gratitud con Torrellas Urquiola, que sólo podríamos pagar con el recuerdo constante. Su nombre en este barrio cumple ese sagrado objeto.

    Cuando el año 16 de este siglo Carora se vio bajo las aguas del Morere, Torrellas era Presidente en Lara, se preocupó tanto de nuestra suerte, que envió de inmediato un ingeniero para que estudiara nuestro caso. Para esa época el Presupuesto del Estado era en extremo pobre. Sería cosa de extraordinario sacrificio defender a Carora en aquellas circunstancias. Pero Torrellas estaba dispuesto al sacrificio. Se cuenta que alguien le advirtió entonces la dificultad de la empresa que pensaba acometer. Pero que ante esa objeción indiscreta, Torrellas se empinó en su nobleza y pronunció esta frase: “Pediremos limosna si la salvación lo necesita”. Estando en esta labor, como en la otra de la carretera que desde entonces nos hubiera acercado a Barquisimeto, le sonó a Diógenes Torrellas Urquiola su última hora terrestre, que fue también para Carora una hora fúnebre de la suerte.

     De las gestiones de Torrellas Urquiola en favor de nuestra ciudad, quedó ese Barrio que se empezó a fundar entonces con las dádivas monetarias que recibieron los damnificados. Quedó planteada la necesidad de salvar a Carora de las acechanzas del río que gobiernos posteriores han ofrecido sin éxito, y quedó el ejemplo de una actividad y de una pulcritud administrativa tan decididas, con los cuales se podría formar un capítulo para el libro que Venezuela necesita escribir para sus gobernantes que, como Torrellas Urquiola, harían un texto de moralidad política.
   
     Los habitantes del barrio Torrellas y los fundadores de la Junta Benéfica deben conservar esa Institución y propugnar a que ella no sólo perdure, sino que dé sólidos pasos en el camino del progreso.

Sin firma.

                                 Cantaclaro. Carora, 4 de agosto de 1940. pp. 1 y 2

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