sábado, 2 de julio de 2016

La Lotería de los animalitos.

La Lotería de los animalitos.


                                                                      Orlando Álvarez Crespo.






    
  



     Hay una escuela socio-antropológica que considera al hombre esencialmente como un “homo ludens”, esto es, un “animal que juega”.  Según esta teoría todas las actividades humanas revisten un carácter lúdico que se explicaría por el placer de jugar.  En contraposición a este enfoque están las tesis del homo faber (el animal que trabaja) y el zoom politikon aristotélico (el animal político, que se agrupa con sus semejantes).
     La Teoría del Homo Ludens pudiera hacer aun gran aporte en la comprensión del ser  latinoamericano que es muy dado al juego y a las apuestas.

              En aquella Venezuela de finales de los años cincuenta; cuando los asesinatos causaban escándalos y los venezolanos se enteraban de que pasaba en el mundo a través del imparcial noticiero Observador Creole por la hoy moribunda Radio Caracas Televisión; tuvo su aparición la lotería de los animalitos que popularizó Radio Valera. Era la famosa lotería de treinta y un opciones probabilísticas; desde el Alacrán (1) hasta el 31 (La Lapa). 

        En torno a esa “dupleta”, como se le conocía popularmente, se levantó toda una subcultura que arropó casi todas las actividades cotidianas de la gente llana y no muy llana.  Así entonces si alguien   soñaba con otra persona  a ésta se le preguntaba la edad para jugar el número dado, para metérselo a la dupleta.  Si en el sueño aparecía un ratón no solo debía jugarse el 8 sino además el 11 (el Gato), pues  como dice Tabito El Boliche detrás de un ratón siempre viene un gato aún que uno no lo vea en el sueño.  La Cabala solo envía señales.  Pero no solo eso: los números deben reforzarse.  Si indican o recomiendan jugar el 12 debe trancarse con el 21 porque los números tienen vida propia.

    Cuando los mala conducta soñaban con un policía, por ejemplo, jugaban el sapo (6). 
   Pero no solo los sueños servían de inspiración o guía para la dupleta.  También había otras técnicas cabalísticas como quemar un plato de peltre por la parte convexa.   El tizne  impregnaba una figura  a la cual se asociaba con un animal que estuviera adjudicado un número entre el 1 y el 31.   Se  observaban las nubes, como los antiguos augures romanos, para ver las señales que enviaba la Providencia.  Allí en el firmamento, ya no se observaba al mítico Unicornio sino a una figura de algún animal de la fauna tropical.

      Todavía los viejos jugadores que en la actualidad apuestan a los Triples, piden el número de la esperanza por la vieja nomenclatura.

       Había lo que pudiéramos llamar una lógica de la dupleta que en Torrellas la mantiene viva Tabito Crespo.  Se jugaba determinado número en función de la proximidad de un evento nacional o internacionalmente recordado como la muerte de Gardel o de Pedro Infante o cualquier otro suceso de importancia.  Así como hoy los norteamericanos recurren a la Teoría de los Grandes Números para apostar a la lotería nacional; en Venezuela se desarrolló una estadística erótico-cabalística: el burro (18) saca paloma (14).  En época de ferias se le metía plata al caballo, se apostaba al 12.   Cuando a alguien lo despedían del trabajo se decían “le dieron un lapazo” por hacer referencia al articulo 31 de la Ley del Trabajo en vigencia para la época.
   
       Chemaría  Gómez, el decano de los dupleteros, tiene mas de cincuenta años vendiendo dupletas, rifas y triples.   Presta servicio a domicilio. Buena paga; goza de un prestigio extraordinario entre los jugadores.  Formó parte de la primera cohorte de vendedores de Adeliz  El Porrocho, El Zar de la Dupleta en Carora que tenía alrededor de treinta dupleteros regados por toda Carora y tenía una ganancia diaria promedio de Tres mil doscientos bolívares.  Este caballero nos contó que los viejitos se aferraban a uno o dos números solamente pues creían que “algún día sale mi número.  Con medio se sacaban cinco bolívares “que era algo”.  “Quien compraba dos bolívares en números era un rico” recuerda Don Chema.  Era la Venezuela de una economía de valores estables, sin inflación; cuando los millonarios eran ricos.

       Efrén Cortes, el popular “Yépez” en la actualidad es datero, esto es cobra honorarios profesionales por indicar que triple saldrá por determinada lotería. Cortes vendió loterías desde los seis años de edad.  Cuentan que lloraba cuando nadie le sacaba un número porque él aprendió desde el comienzo que había que ir a pagar.

     En el Torrellas se recuerda con nostalgia a los dupleteros honestos que pagan sin dilación y sin excusas.  Se recuerda a Julián Torcates, de una eterna tos nerviosa.

    Casi todo el país llano esperaba religiosamente las seis de la tarde hora en que el locutor de Radio Valera anunciaba el tan esperado resultado. 

      El popular Carlitos Ávila El Cepillo (q.e.p.d)  de esa obsesión  por los juegos hizo un chiste.  “A vaina arrecha”, decía jocosamente, “le dije a mi hermana” “me saque una muela” y me respondió sin pensar “¿con que número”?.


      En la actualidad se estima que más de diez millones de venezolanos juegan o han jugado loterías.  La apuesta han modificado las más elementales normas de cortesía: ya no se saluda con los buenos días mañanero ni con preguntas sobre la salud; ahora el saludo es “¿sacaste ayer?”, “¿Qué salió por Caracas?” , ¿que dio Zulia? O “¿Cuál es el dato de hoy?”. 

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