domingo, 3 de julio de 2016

La Calle de los Cementerios.

La Calle de los Cementerios.
                                                                     Orlando Álvarez Crespo.













               La Avenida Torrellas a pesar de que es relativamente corta, con apenas 10 cuadras de largo ha sido  sitial para  cuatro de los siete cementerios que ha tenido Carora.
         Trazada en 1.917 por el agrimensor Fortunato Franco Sosa, Agrimensor Municipal, la Avenida Torrellas (llamada así luego de la muerte del General Diogenes Torrellas Urquiola, Presidente del Estado Lara quien murió en ejercicio de sus funciones) originalmente abarcaba solo dos cuadras; desde la Calle Bruzual (hoy Ramón Pompilio Oropeza) hasta la que luego se llamó calle Monagas (Colón y Miranda). Esta pequeña calle nacía en la puerta del antiguo cementerio púbico construido en 1.865 y ampliado y remodelado  por el Jefe Civil, el General Juan Agustín Pérez en 1875. Este fue “clausurado” en abril de 1.885 cuando el Concejo Municipal Presidido por el Dr. Ramón Pompilio Oropeza construyó el Cementerio Municipal en la Playas de Las Cuerdas. Hoy solo habilitado para la aristocracia del barrio Torrellas. Su primer tributario fue el señor Amado Ramos sepultado apenas un día después de su inauguración y quien había presenciado el discurso inaugural del Presidente del Concejo Municipal.
      El Primer Cementerio ubicado en el Torrellas y el tercero Carora, el Mausoleo de 1.865, lo mandó a “patrolear” Jesús Morillo Gómez, en 1.970,  cuando los aires de una modernidad mal entendida clamaban por construir una cancha deportiva.  ¡Ninguna obra construida por la Democracias y por las dictadura ha construida una obra más hermosa que ese antiguo cementerio. Y es que a la modernidad burocrática le falta feeling¡
           A una cuadra más al sur de éste  se improvisó el Cementerio de los Colerientos cuando en  1.856 la pandemia del Cólera azotó a Carora. Se construyó, con carácter provisional,  en las afueras de la cuidad para evitar contaminación. De carácter provisional, allí enterraron a los moribundos del Cólera en 1.856. Cuando en 1972 estaban metiendo las cloacas los muchachos de entonces pudimos ver cadáveres sepultados en posición no cristiana.
       El tercer cementerio del Torrellas, llamado originalmente el cementerio de Las Cuerdas, lo inauguró Félix José Álvarez Urrieta y lo clausuró Franklin Piña G cuando fue Director de Parques, Plazas Cementerios y Ornato Público del Gobierno de Javier Oropeza.
       Más arriba o casi a la misma altura de lo que luego se llamará Avenida 14 de febrero estuvo el cuarto cementerio del barrio Torrellas. Era un cementerio hibrido. No se sepultaron cadáveres humanos, pero si animales, entre ellos el perro cazador de los Carrasco Álvarez.  No tenia cruces sino chasis de carros y camiones; los primeros sacados de circulación en Carora. Su propietario- Regente llamaba a su casa-granja-chivera (la primera de Carora) con el sugerente nombre de El Cementerio de los Elefantes. Ese nombre que pareciera sacado de alguna novela de José Saramago lo el que le dio el polifacética Francisco González, mejor conocido caroreñamente como Chico El caldo e carota.

   Allí; en el Cementerio de los Elefantes que era, además de chivera, granja, gallinero vertical, centro de reflexión,  hemeroteca, estacionamiento y un largo etcétera.  Allí, su dueño estacionaba y lavaba muy bien sus dos carros emblemáticos y llenos de historia: “El Mussolini” (parecido al que mato a José Gregorio Hernández, y  “El Expreso de los Mundos”, un viejo autobús-granja-taller-etc; multicolor,  de piso de madera donde Chico caldo E Carota, después de escuchar las noticias internacionales  en un  radio Telefunkern de onda corta transcribía en las pizarras-paredes del bus para mantener informado a los caroreños.  Sus noticias, con errores ortográficos, eran ciertas aunque los caroreños no le paraban porque “eran vainas de un loco”.

      Este “Cementerio” fue “clausurado” después de que un conocido  comerciante caroreño, de apellido Herrera, quizás atraído por el aviso de venta se interesó en el terreno. En un maltrecho letrero que pareciera obra de Henry Rousseau antes de ser vendido el  Cementerio de los Elefantes se podía  leer “Vendo esta casa hecha con mojones de perro, mojones de puerco y  mucho sacrificio”.  Hoy; sobre lo que fue el mágico Cementerio de Los Elefantes existe un depósito de una marca de leche que tampoco existe, el de Leche UPACA.

       

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