sábado, 2 de julio de 2016

Carros con historia


                                                                                            
                                                               Orlando Álvarez Crespo

               En el comercio de los seres humanos entre si y con sus artefactos   se desarrolla un curioso fenómeno cultural en que los objetos llegan a adquirir cualidades propias de los humanos y éstos llegan a ser considerados como objetos, como mercancías. Es lo que la sociología marxista llama la alienación o fetichización. Esto es lo que sucede cuando vemos a alguien que adora su reloj, su carro o su bicicleta. A los objetos, sobre todos los que generan placer o status al usarlo, se les asignan nombres propios o predicados para identificarlos, para denotar el afecto que se les profesa. “Dígame  llaga a yo, pero no a mi bicicleta” le dijo ofendido Claudio a uno de los Perozo.
            En nuestra ciudad es frecuente encontrar vehículos con letreros identificativos que realmente llaman la atención por lo expresivo o sugerente de su nomos. Los nombres de los carros varían de acuerdo a la imaginación o personalidad de sus propietarios.
            Los aprendices de mamadores de gallo, por ejemplo, suelen colocar en la parte delantera del vehículo “Lo que dice atrás” y en la parte posterior: “Lo que dice adelante”.  En el mismo grado de creatividad están los que escriben “No te pegues que no es bolero” o “La envidia te mata”.  Desde luego; “Cristo Te Ama” o “Jehová es mi Pastor” denota el credo evangélico o  protestante del conductor. 

             Según el cronista Frank Egidio Montes, en el caserío Maldonado de la parroquia Camacaro, circula una camioneta con una nostálgica expresión que ruborizaría a los espíritus conservadores: “Ah Mundo una Puta”. Patético. A Don Eustaquio Castillo, que conocía todo el municipio Torres, le llamó poderosamente la un fordcito de Quebrada Arriba que decía: “El Rompe vaginas”. Por cierto Taco Taco en La Habana cogió una guagua, pero esta vez nada tenía que ver con sexualidad.
               Carros de leyenda: La Niry Gray Groy de Nicanor Graterol, en el barrio Torrellas, el volteo de Caguino, “La Leña Verde” con que se conocía el volteo de Alejandro Piña. Además de transportar leña para Alemán, ahí se iban los torrelleros para el stadium. Pedro L. Díaz tuvo dos Chevrolet con referentes zoológicos: La Paloma y la Cotorra. La Tutana de Beto El Chueco; El Minor, rojinegro,  de William El Vigo; El Pobre Gorrioncillo de Chito Vivas; El Carro se parecía a su conductor. La “Y yo mirando” de José Torbello; “El Hijo de la Noche” que hacía la ruta Carora – Pie de Cuesta, del mismo propietario que otra camioneta con el mismo nombre la perforaron a tiros los agentes de la DIGEPOL en los años 60.El mismo caballero bautizo otros dos carros con “Una Luz en mi Camino” y “El Hijo de La Noche.

            Taco Taco Castillo tuvo un Ford, modelo 43, que lo apodaban “El Caimán Larense” en virtud de los charcos fangosos  que debía atravesar cuando surtía de leña a los alfareros de Alemán.
            Los viejos de El Torrellas recuerdan el Chevrolet, modelo 36, de Nacho Barrios con la leyenda: “Los Viejos Somos Así”. Estaba previsto para cuando lo encontraran con achaques mecánicos o dolencias corporales. Al Barrio llegaba una Power de Miguel Miranda, con un nombre muy elocuente: la “Cuando tu vas, Yo Vengo”.
 La nomenclatura vehicular es todo un complejo de signos y símbolos.  Hay inclusos carros con nombres virtuales; no lo llevan impresos, pero son hartamente  conocidos como por ejemplo: “EL Ultimo Beso”; Mi Lindo del Dr. Suárez; La Caimana del periodista Herman Pernalete Madrid, que hace referencia a su procedencia de La Otra Banda. Hay nombres genéricos y curiosos: “El Hijo de Francisca Duarte”, “Devoto de Domingo Sánchez”, etc.
 Definitivamente los caroreños tienen más imaginación que los barquisimetanos; y Guzmán Blanco se los restregaba. La comparación de los nombres de los establecimientos comerciales así lo refleja.  Hasta carros con mensajes amorosos con destinatarios muy específicos se pueden encontrar en Carora. Tal es el caso del Jeep, modelo 43, de Vale Luís Mogollón: “Adiós a mi Cariñito”.  “Hay carros que no se olvidan”, dijo un amigo. Por ejemplo, el Mercedes Benz, color turquesa del viejo de El Cubanito.
No podía  omitir una camioneta  aún recordada por los caballeros de la tercera edad: “La María Cristina”, una Ford Mercury, propiedad de la Policía estadal durante le época de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. De igual forma recuerdan la Wilsia verde.  Y con cierto rencor a la Osmovil de la Seguridad Nacional.
               Pero quizás el vehículo con más historia en Carora haya sido el autobús tricolor de Francisco González, El Caldo e Carota. Era un Ford, modelo 33 con piso de madera, que era a su vez granja, taller, casa de habitación, centro de reflexión, hemeroteca y centro de noticias. En las noches Chico González escuchaba, en un radio Phillis de onda corta, las noticias internacionales de la BBC de Londres en su edición en español. Estaba en consecuencia muy actualizado del acontecer noticioso internacional. Luego de editarlas; las noticias eran escritas en un par de grandes pizarras colgadas a los lados del autobús que estacionaba frente a la Plaza Chio.  Allí los caroreños curiosos pudieron leer “Jitler inbade Polonia”. El Expreso de los Mundos, que así se llamaba el referido autobús, sirvió para que muchos caroreños se enteraran del bombardeo a la ciudad de Lídice y del fin de la Segunda Guerra Mundial. Y Chicho González, guardando los preceptos de la ética periodística, al final escribía “así lo dijo la BBC de Londres”.
               El  Senatus Consultus de la Esquina de El Pegón está discutiendo la propuesta de nombre para la camioneta de Taco. Hay un fuerte consenso respecto al nombre: “Llegó el Zoquetico”. El de Taco un carro con mucha historia… si ese carro hablara…



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